DESHACER LA ARQUITECTURA

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Si tuviera que explicar brevemente, contundentemente, lo que hemos hecho en Alicante lo haría, a quien quisiera oírnos, como el esfuerzo por desarrollar un programa (me atrevería que a decir político o para-político) en torno a la arquitectura fuertemente enraizado en la idea de que ese programa arquitectónico no necesita conocer de antemano cual es el sujeto dela arquitectura. Todala arquitectura, toda la docencia puede perjudicarse, se está perjudicando, en esa insistencia en que las políticas docentes, a favor del conocimiento directo de la enseñanza, y de la igualdad directa de los programas hacia la disciplina, necesitan estar basadas en una ontología de la arquitectura misma.
¿Por qué creemos que auto definición dará a conocer lo que necesitamos saber sobre las cosas, sobre la arquitectura por ejemplo?

Hemos desarrollado una fuerte resistencia, más o menos conscientemente, a la propia definición. Lo cual ha sido entendido, muy mal intencionadamente como una renuncia nuestra a ser lo que ya somos…¡¡¡Claro que somos arquitectos!!! ¡¡¡Claro que somos profesores!!! Ese no es el problema.
Hemos intentado ir más allá del concepto de autodefinición en el que la disciplina, la arquitectura y los arquitectos se han sentido tan cómodos desde hace tanto tiempo, ir más allá de la creencia que esa autodefinición continua permite saber más de algo o de alguien…Se sabe más, pero es siempre más de los mismo.
¿Por qué preguntamos cómo te defines en lugar de preguntar en qué estás comprometido o qué te gustaría cambiar o en que estás en contra…?

La cuestión interesante en nosotros y en nuestro trabajo es la definición acerca de lo que queremos cambiar, o de lo que estamos en contra. Cual es nuestro compromiso en ese hacer.
Así formulada la pregunta, lo que plantea es si lo que hacemos es lo adecuado para que algo cambie realmente. Esa es la cuestión.
En este contexto es donde se puede situar un segundo año del Master.

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La creación de un pensamiento propio
La creación de un pensamiento propio no pasa por prescindir del conocimiento que circula. Que existe y que forma parte del tejido cultural.

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El golpe maestro es este:
La verdad del género pertenece al ámbito de la estética de la producción de las representaciones compartidas, y no al de la metafísica (ya sea biológica, lingüística o psicoanalítica)

 

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