Sostenibilidad: la experiencia y la técnica

Un modo apropiado de nombrar las conexiones entre la tecnociencia de los nuevos materiales y la vida social, entre los nuevos materiales mismos y la cultura material, remitiría al concepto de experiencia.

Al abundar en este concepto, al tratar de documentarlo desde distintos puntos de vista, trato de sumarme a quienes han dejado de lado la neutralidad para asumir la crisis ecológica como una negativa a explotar los recursos de manera aislada, ya sean esos recursos la cultura, la naturaleza o la propia tecnología. Y por supuesto los recursos de cada una de las distintas actividades profesionales. O de las distintas disciplinas.

La idea de que existe en el espacio de la experiencia un lugar para lo personal, lo único y lo propio, que no puede ser instrumentalizado e institucionalizado, es lo que garantiza algo extraordinario y doble: que la socialización de la innovación es una experiencia generalizable y que es además una experiencia libre. Y el medio, el único medio que tiene nuestro tiempo, y nosotros en él, para establecer ese contacto con el mundo, es la tecnología.

La sostenibilidad es en este momento la representación de esa conciencia, de todas esas conciencias: personales, colectivas, matéricas, intangibles y como tal representación encuentra en su desarrollo como tecnología, un soporte comunicativo y conectivo con el mundo: con el mundo social a través del ciberespacio o con el mundo físico y natural mediante al neomateria.

O al menos debería ser eso: la Sostenibilidad, el pensar en ella, el actuar en y desde ella, sin renunciar a pensar esa complejidad en la que queda envuelta cuando se desea hacer de ella un instrumento cultural y no solo una cuestión técnica o política, es la búsqueda de una representación de un mundo, el nuestro, en el que pasamos sin solución de continuidad de lo intangible e inmaterial del conocimiento, ya sea de la economía o del arte, al exceso de materialidad, que marca una profunda crisis medioambiental y que nos hace oscilar en contemplaciones sucesivas de la total sobrecantidad a la más paupérrima escasez.

A la pesadez gravitatoria de la arquitectura se ha incorporado también la “materialidad” inmaterial de lo incorpóreo. Este es un hecho incuestionable, nuevo, para el que la arquitectura, lógicamente, no encuentra en su propia historia respuesta alguna. La propuesta de encontrar en la Sostenibilidad estadios de conexión nuevos y distintos, no es solo una necesidad y una ilusión, una extraordinaria y maravillosa fantasía. Es sobre todo un emocionante programa de trabajo.

José María Torres Nadal
Julio, 2008

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