Cuando la arquitectura ya no es una princesa, cuando es algo mas cercano al  servicio que al  producto, la arquitectura deja de ser una abstracción que unos realizan para otros, para convertirse en  el núcleo esencial de un conflicto: el que tiene que ver con la preservación de la fragilidad de la ciudad misma, la fragilidad extrema de su artificialidad; el que tiene que ver con la conciencia histórica y critica  que dirime lo que merece conservarse de lo que debe reformarse y el que tiene que ver con el compromiso en la continuidad de lo humano.

Desde Shiller a Marcuse  muchos pensadores han estado especialmente empeñados en reconocer en la amistad, la fiesta, el regalo el humor, la oración…, todo aquello que tiene matiz de gratuidad, la inspiración para su idea de una civilización no represora

¿No es acaso el momento de que la arquitectura se construya desde estos hallazgos y se adhiera sin paliativos a esta propuesta anti-totalitaria?

Se non ora, quando? PRIMO LEVI