Inteligencia educativa

Dos cuestiones claves


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El principio formulado como dato esencial del trabajo de que hoy la gestión de la cultura es un correlato directo de la gestión de la energia. La palabra energia no está aquí referida solo a su acepción de un factor físico, una entidad material que produce o que transforma la vida, sino que incluye otro modo de entenderla: como un factor emocional, como una intensidad creativa, que permite vincularse a un proceso apostando por su rigor y por su novedad, aunque ese proceso, por esas mismas condiciones sea incipiente o en vías de desarrollo. Esta confianza, que no es ciega ni boba, sino que habla en nuestra capacidad “humana” de hacer y pensar, es una energía insólita, porque es personal y propia, única para cada uno de nosotros, pero que coincide con la otra en que produce y transforma la vida.

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La segunda cuestión es el título de esta nota: la apuesta por esa inteligencia educativa es la apuesta más rigurosa, más intensa que hoy puede proporcionar la Universidad. La inteligencia educativa es la apuesta por medir las circunstancias de la realidad y llenar de significados lo obvio con que a veces se presenta la vida misma. Este ir más lejos, hacer de la realidad educativa también una experiencia inteligente es lo que vi allí entremedio de los unos y los otros: entre los rostros de los más jóvenes que se iniciaban en el aprendizaje y aquellos otros cuerpos ya entregados a sus tareas profesionales. Era esa fijación que se refería al cuerpo físico y a la experiencia que ese cuerpo acumula lo que garantizaba que esa inteligencia educativa era una apuesta y una pelea digna y útil, que existía, y era colectiva.
Las imágenes de este texto fueron las que ese día acompañaron la explicación del Proyecto Docente como una forma de inteligencia educativa.

José Mª Torres Nadal
Director Area de Proyectos de Arquitectura. Politécnica UA
Director Master ARQUITECTURAS COMPLEJAS/TECNOLOGÍAS COMPLEJAS
Alicante, 1 de marzo de 2006

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