Empezar a ser arquitecto

Hacer algo extraordinario, algo extraordinariamente nuevo
a M.

Desde que se puso en marcha Arquitectura en Alicante, hace ya ocho años, no hemos parado de pensar en cómo incrementar, tanto la cantidad de situaciones vinculadas a la actividad misma de la Escuela, cómo en elevar la profundidad y el compromiso intelectual de esa actividad.
Hemos recorrido la docencia, todas las experiencias conocidas, para inventarnos la nuestra y para ofrecerla, así lo creemos unos cuantos, como algo extraordinario, como algo extraordinariamente nuevo.
A la par hemos visto durante estos ocho años como poco a poco se producía un despliegue inmenso del potencial constructivo de la zona. De repente en el sureste, desde perspectivas distintas, oficiales y privadas, se impulsaba una acción sistemática, deun a envergadura tremenda “”para construir””, y que además de muchos otros efectos, modificaba las aproximaciones que hasta ahora habíamos puesto en practica para la producción arquitectónica y para el ejercicio profesional. No solo había más trabajo, incluso mucho más trabajo, sino que había aparecido un tipo de trabajo que obligaba a un replanteamiento de los códigos éticos con los que habíamos operado.

En ese contexto, hay muchas maneras de ejercer la actividad profesional para quien arranca. Y hay una que establecería que el correlato entre acabar la carrera y desarrollar una práctica profesional es directo e inmediato y sin ninguna otra mediación formativa intermedia. Es una actitud que valora por encima de todo el ego de sentirse inmersos desde ya en un quehacer tan “atractivo, tan de autor como es ser arquitecto”. Hay una discusión muy interesante: la que trataría de valorar lo que este tipo de situación profesional aporta a un contexto en el que tal vez lo que menos se necesita es una práctica profesional indiscriminada, por brillante que esta sea. En un contexto tan intensamente productivo como el nuestro no parece que lo más relevante sea incrementar con más entidades arquitectónicas ese paisaje, que ya ha demostrado, por cierto, una capacidad de recepción acrítica extraordinaria, y una capacidad inmensa para asimilar y asumir sin mayor compromiso, situaciones que en otro contexto fueron realmente innovadoras.
El tiempo ha ido haciendo cada vez más pertinente eta afirmación: la idea central, el motor de la docencia en la Escuela y por extensión la actividad del Master, era y es, reflexionar y descubrir formas de gestar una practica profesional de la arquitectura sobre el medio, necesariamente distintas de las anteriores. Digámoslo claramente: una practica rebelde, a la vez por su capacidad crítica y por su capacidad de innovación. Tal vez esta rebeldía sea la única manera de escapar a la posibilidad de que la propia situación acabe haciendo de nosotros un atajo de insurrectos guapos, demasiado próximos, al final, a cualquier forma de complicidad. Es este indiscriminado ejercicio profesional el que parece no conducir a ningún lugar salvo una autoadulación, brillante la más de las veces, y que reclamamos porque ni nos aporta ni nos exige nada.
Desde ahí, pensadas así las cosas, habría otra manera de ejercer esa practica, mas lenta, mas rigurosa, más dotada, y por hablar en términos apropiados, mas armada. Es una práctica distraída, menos compulsiva, menos empeñada en demostrar nuestras habilidades y nuestra inteligencia. Una practica más a largo plazo, más punzante y más escrutadora de lo que sucede y de lo que puede suceder nuevo y distinto. Una practica retenida, que detiene el hacer compulsivo en aras a madurar los procedimientos, distinguir lo culturalmente valioso, y tener la seguridad de haber encontrado un modo de actuar en el que esa rebeldía de uno pueda ser una de esas certeza, cimiento puro, para los otros . Seguramente esto y solo esto es lo que es necesario e útil.

A esta práctica y esta búsqueda pertenece y quiere pertenecer la docencia en Arquitectura en la Universidad Politécnica de Alicante. Y a esta practica y a esta búsqueda quiere también pertenecer el trabajo y la docencia del Master y sobretodo la manera de estar y formar parte de él. La idea era, y es, que el Master fuera un Foro Permanente de formación y de actividad discursiva en el que el estudio de las materias propuestas actuara con una entidad provocadora de acciones y documentos para una practica profesional REALMENTE EXTRAORDINARIA, REALMENTE NUEVA. A esto le llamamos en su día La cultura del Trabajo.
La discusión del viernes 28 de Marzo trataba de informar desde distintos puntos de vista, y sobre el valor indiscutible que acaba siempre teniendo el objeto pensado, el trabajo bien realizado, la construcción de la realidad desde ese sesgo, con esa marca, y con una mirada sobre el mundo desde esa posición.
Seguramente hará falta un tiempo para ajustar las practicas con las ideas. Para construir también esa cultura, ese modo de hacer las cosas. Es cierto. Pero sucederá solo con la condición de que avanzar sea también añadir sin reservas a esa tensión intelectual que es pensar, la de querer hacerlo en esa determinada dirección. Este es el compromiso con el que los profesores desarrollamos la actividad docente en Arquitectura y con el que estamos desarrollando el Master. Y ese es el compromiso con el que entendemos que deben desarrollarse las colaboraciones de quienes acuden a él.

José Mª Torres Nadal
Director Master Arquitecturas Complejas
Murcia-Alicante-Boston, Mayo 2006

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