Queridas Alina y Graciela, aqui os dejo mis contestaciones a vuestras preguntas sobre el papel de los talleres y seminarios en las escuelas de arquitectura

1>>¿Es el Taller de diseño un ámbito de producción colectiva de conocimiento? ¿Qué podemos aportar desde ese ámbito a la construcción de procesos transformadores de nuestras  ciudades y comunidades hacia entornos más sustentables? 

La  respuesta tiene que ver con situar el concepto de comunidad de practicas en el centro de la discusión acerca de la docencia del proyecto de arquitectura. Tal vez esta idea de la creatividad como comunidad de practicas  sea una de las aportaciones esenciales de critica cultural, y puede que el puente más sólido que esa crítica cultural  ha construido, ha sido la valoración de lo colectivo sobre lo individual. Hay muchas razones para pensar que esa producción colectiva es la única posibilidad real de construir una epistemología que realmente funcione con registros absolutamente nuevos y alternativos a la epistemología oficial.

 Hay muchas experiencias que corroboran este hecho, y la mayor parte de museos e instituciones lo están entendiendo así: o bien enmarcando los trabajos individuales en procesos creativos colectivos, en su versión mas light, o bien proponiendo directamente prácticas culturales desarrolladas en su origen desde la colectividad.

Dicho esto, creo que deberíamos explicar por qué la universidad es un lugar dónde esto es especialmente relevante. La universidad, tal como expliqué en mi libro ARQUITECTURA IN-DEPENDIENTE  es un lugar en el que es posible vivir el conocimiento en su condición ecosistémica, el lugar en el que coexisten los cuerpos, alumnos y profesores, y las instituciones , universidad y arquitectura. Es  este encuentro, que no se da en ningún otro espacio relacionado con la arquitectura, desde luego que no en los estudios, lo que puede ayudar a valorar en qué sentido deben producirse las transformaciones necesarias.

Por ejemplo, soy muy partidario de pensar dentro de ese ecosistema como una especie “transformación biológica”, una suerte de continuidad entre el grado, los masters , los doctorados y los posteriores ejercicios profesionales. Frente a la normativa administrativa que lo entiende como espacios cognitivos separados, sería realmente innovador pensar en cómo, en la época de internet, con un acceso equivalente y simétrico de las partes a toda la información, es posible establecer situaciones superpuestas en la que de algun modo lo que sucede en el grado, se materializa y se transforma en material para las maestrías  y posteriormente en materias para el doctorado, y posteriormente activa la vida profesional.

Creo que no es ninguna locura vivir esta metamorfosis continua del conocimiento, esta continuidad que funciona contra la normativa que considera a los estudiantes unos ignorantes, a los alumnos de maestría lo mismo pero menos, a los doctorando otro poco menos, y a los profesionales como la autoridad a la que se aspira.  Este es desde mi punto de vista un esquema obsoleto. Y además no es real: muchos proyectos de estudiantes de fin de carrera están planteando unas líneas de trabajo que son extraordinariamente valiosas por su dimensión cultural y compromiso político, impensable en los estudios profesionales.

Tengo la sensación que abordar con estos criterios una agenda docente sería realmente innovador a la vez que extraordinariamente realista. El gran numero de estudiantes de maestría que tiene pendiente la realización de sus cursos y de la escritura de su tesis, es  en gran medida un exponente de que esta sectorialización del conocimiento, que los hace ser profesores por la mañana, profesionales por la tarde y escritores de sus tesis los fines de semana, debería replantearse.

Es en este sentido que trato de contestar a la condición de sustentabilidad que formula vuestra pregunta. Cuando Jaques Ranciere escribe en Un ignorante puede enseñar a un ignorante,  lo que hace es reivindicar ese conocimiento libre que emerge en forma de contra-auoridad y contra-normatividad, desde la libertad, desde la frescura y desde la ignorancia de lo normativizado. Aceptar esta premisa, aceptar al final que ese conocimiento colectivo y esa comunidad de practicas es la base de un proceso emancipatorio es aceptar que todos los cuerpos tienen una equivalencia cognitiva y como en el buen jardín, el estiércol, los residual es una forma superior de compostaje futuro.

2>>¿Qué implica repensar las prácticas docentes en un  Taller de Proyecto  que debe incorporar  la investigación como parte de su actividad académica?

Contesto a esta pregunta con esta otra pregunta

¿Qué sucede con la arquitectura si en lugar de explotar una y otra vez las centralidades en la se basa su continuidad y repetición, lo que intenta es reinscribir sus producciones en marcos más amplios de interpretación, problematizando así la práctica de la  arquitectura heredada, y por ende la figura del arquitecto heredada a lo largo del s. XX? ¿ Qué sucede si el proyecto arquitectónico se convierte en un despliegue de experiencias ecológicas que lo llevan a colocar a la arquitectura, y al ser humano,  en una posición de equivalencia biológica con otros seres de la naturaleza?.  ¿Qué sucede a la arquitectura y a la práctica arquitectónica si en cada ocasión, ya sea un libro, un proyecto, un concurso se convierte en un espacio de interacción cuestionando y construyendo, al mismo tiempo, el medio, un nuevo medio?

Como recientemente escribía a  Roberto Fernandez , acerca de mi posible colaboración  en el doctorado…. “Para resumir y sintetizar estas posiciones propongo realizar tres sesiones de colaboración con el Doctorado FADU basadas en tres criterios fundamentales: contra la centralidad de lo humano en las prácticas y experiencias de lo arquitectónico; contra el determinismo tecnológico de los dispositivos arquitectónicos;  contra la idea de una naturaleza como esfera separada  de lo arquitectónico y lo social.

Estos tres  criterios creo que determinan por completo una nueva agenda docente, una agenda atenta a lo que ocurre en la calle y en la sociedad. Creo que haría mucho más operativo todo nuestro sistema docente. El otro día leía a Gilles Clement, el gran teórico francés sobre los jardines y el paisaje este impresionante enunciado. “Se trata de inventar el espacio habitable reciclando la producción aparentemente inútil procedente de todas las fuentes de consumo- aquello que llamamos residuos– para transformarlo en materiales de construcción y uso cotidiano”.  Este devenir que busca producir menos desperdicio es esencial para pensarnos como profesores. Y la única manera de convertir en realidad ese enunciado es contar con todas las partes interesadas para la producción de ese conocimiento.

3.>>¿Cuáles son los principales desafíos, dificultades, oportunidades?

Creo que hay dos. O al menos yo me centraré en dos que me parecen especialmente importantes

  1. El primero es aprender a trabajar sobre problemáticas situadas, sobre situaciones específicas entendiéndolas como constructoras de “mundo”, de territorios de vida. Creo que la nuestra es la época del final del pensamiento genérico y universal. Yo creo que hay que dejar de lado de una vez por todas la  relación que pueden tener nuestros talleres con la tradición politécnica europea. El proyecto es un dispositivo que entiende lo situado, tal como lo propone Donna Haraway: como un compendio de vectores personales, políticos, sociales, culturales geográficos e históricos  que no se construye ni desde una epistemología dada, exterior a un situación, ni desde una especie de  ontología que repite una y otra vez lo que ya sabe que es arquitectura. Frente a ese proceso lineal que lo único que pretende es asegurar “la continuidad de la especie” queda reivindicar una trayectoria múltiple, atenta a un devenir discontinuo, colectivo, sobrecargado de realidad.
  • La segunda cuestión central es la comunicación de lo que entendemos como arquitectura comprometida y, por usar mi terminología, arquitectura ecologizante: la que hace hacer ecologías. La sociedad ha construido muy bien los estereotipos con los que nuestros estudiante llegan a la Universidad o las escuelas de arquitectura. La universidad en general, y arquitectura dentro de ella, en forma y tiempo, ha ido creando norma tras norma de lo que es ser arquitecto, de lo que es hacer arquitectura,  y de lo que es y no es arquitectura. De un modo invariable, sin atender a otras razones que a la propia disciplina. Nada del medio le afectaba ni la hacía cambiar de destino.   Creo que debemos usar intensamente los medios a nuestro alcance, que son, por cierto, los medios que esos jóvenes manejan con soltura , redes sociales, tik-tok, Instagram, facebook etc para comunicar nuestra disidencia, para formular un programa de trabajo publico alternativo. Si lo hacemos encontraremos buenos aliados en nuestros estudiantes al sentirse  a la vez participes e interpelados.

Hay que hacer un esfuerzo, sin suda,  por cumplir con los enunciados  formulados en los planes de estudios, sus objetivos, habilidades y sus contenidos. Pero simultáneamente tenemos, que desmontarlos y  construir sus alternativas: sustituirlos por aquellos que creemos más pertinentes, más apropiados a un mundo marcado por el cambio climático, las desregularizaciones o los movimientos migratorias. Y ahora las  pandemias y la guerra. No podemos seguir enumerando como temas centrales de trabajo aquellos en los que nosotras hemos sido  educadas.

4.>>¿Cómo construir un problema de investigación a partir de los temas y procesos propios del Taller de  proyecto? 

Octavia Butler, la escritora de cuentos de ciencia ficción explica lo que supuso para ella, mujer y de color, querer escribir, y querer escribir ciencia ficción. Insiste en sus relatos de vida en la perseverancia como condición de su trabajo. Ni el talento, ni la imaginación , para ella , tienen una condición equivalente a la importancia de esa constancia que persiste en encontrar en el medio, y en la  subjetividad propia, las razones para lograr que el trabajo bien situado exista.

Andres Jaque en un reciente texto, formula esta cinco condiciones, que podríamos desarrollar en su momento, acerca de la pregunta de este apartado acerca de cómo y qué investigar; 

_Una metodología situada.

_Un paso del funcionalismo a visiones compositivas cosmopolíticas de la arquitectura.

_Transescalaridad y disidencia respecto del control cartesiano de la modernidad.

_Desambiguación en términos de genero

_Realismo como activismo

_Transescalaridad contra universalidad neoliberal

Creo que hay que extender, aceptar y asumir  que el error es una cuestión central en nuestro trabajo, un trabajo incierto que se construye en un  futuro incierto que desconocemos. Pero persistir en él, como proponía Octavia Butler es la única posibilidad de que se produzca una empatía real entre los intereses sociales de las instituciones, sea de la universidad o de la arquitectura y  los cuerpos implicadas en ellas.

¿Cómo compatibilizar el proceso de aprendizaje de las herramientas del proyecto con procesos de producción de conocimiento sobre los temas propios de la disciplina? ¿Cómo articular las diversas temporalidades y la participación de los actores involucrados en los diferentes roles que implican los procesos de enseñanza-aprendizaje y los procesos de investigación?

Escuchar. Contar es escuchar decía Úrsula K Le Guin. Las habilidades, herramientas y procesos que hoy evalúan nuestros sistemas de enseñanza-aprendizaje forman un dispositivo que fija las normas técnicas pero también de conducta; establece los procedimientos y los resultados como ceustiones indiscutibles.

La propuesta de escuchar establece una dinámica en la que la arquitectura ya no es la única voz  a la que atender,  sino una entre muchas otras. Aprender arquitectura es escuchar la Tierra, fue el slogan con el que el curso pasado en el Taller Danza explicamos la posibilidad de que la Cultura de la Tierra, sustituyera, o al menos incluyera, a la cultura del proyecto,

Si aceptamos que la única representación de la arquitectura no son los edificios, sino que hay muchas otras formas de construir lo arquitectónico, y que hay muchos otros seres vivos interesados en esa participación, creo que estaremos ampliando no solo la idea de quienes son los agentes implicados en el proyecto sino la idea misma de aumentar su agencia: la capacidad de los objetos para definir y alterar el medio. Creo que es el momento de considerar a la arquitectura como una materia viva, aunque sepamos que no lo sea. Pero basta pensarlo así para que de inmediato la arquitectura incorpore su agenda docente y productiva a los compromisos de la ecología. Y ese reto es uno de los  que realmente vale la pena explorar.


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